Y de regalo, las Petronas y el barrio chino de Kuala Lumpur

Peluquería callejera en el barrio chino de Kuala Lumpur

Antes de volver a China acepté, casi por compromiso, un regalo que se me presentó por casualidad. La escala que mi vuelo hacía en Kuala Lumpur resultó ser mucho más larga de lo que esperaba. ¡16 horas!

Para sentirme como en casa cuanto antes me alojé en el barrio chino de Kuala Lumpur. Me gustó sentir la vida en la calle, la comida monopolizando cada una de las relaciones sociales, el alboroto, la gran mesa redonda, la rudeza y la amabilidad: todo lo que le da carácter al barrio chino y que, por desgracia, no siempre se encuentra fácilmente en las modernas ciudades chinas.

En mi única mañana en Malasia fui a visitar las Torres Petronas, unos enormes rascacielos de hierro y vidrio no era lo que el cuerpo me pedía después de estos días en Myanmar. Aun así, me pareció maleducado rechazar aquel regalo (¡un prodigio de la ingeniería, un edificio único, emblemático! me dicen), así que me armé de valor y fui a visitarlas. Por suerte, una imagen vale más que mil palabras, porque no quisiera tener que pasarme mil palabras escribiendo sobre algo que, no dudo que sea bello, pero, desde luego, no para mí y en aquel momento.

Torres Petronas

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